Cuando volví de mi Erasmus, volví la cara llorando. Yo me dije «Huelva mía…» Pero me interrumpió mi amigo, que venía de recogerme del aeropuerto, y me dijo que dejara de decir tonterías, que unos meses no podían cambiar tanto un alma choquera como la mía.
Habíamos dado un frenazo en el primer semáforo de la prolongación de la Avenida de Andalucía. Lo que es justo enfrente de la Universidad. Por primera vez desde que la pusieron me fijé en la estatua del homenaje al fútbol y yo, que venía con los ojos llenitos de una Italia que rebosa estatuas y monumentos y pinturas y museos, volví la cara llorando. ¿pero esto, qué es?
Se trata del monumento al fútbol, me respondió él, estamos en Huelva, ¿recuerdas? Se inauguró en el año 2003, poco antes o poco después de las elecciones, del nosécuálenésimo año de Nuestro Señor Don Perico, y fue realizada por el escultor ALBERTO GERMAN FRANCO ROMERO. Tal vez el motivo era que habíamos subido a primera porque representa a un hombre de 420 cms. de alto, desnudo, golpeando un balón, realizado en bronce. Me acuerdo de las risitas y el cachondeíto de la gente porque la estatua verdadera, no estaba lista para el evento celebrable con Florentino Pérez, presidente del Madrid, así que sin decir ni mu a la ciudadanía, se colocó una réplica -en mi casa se llamaban maniquís o geipermanes, pero réplica es más correcto- al mismo tamaño, realizado en resina de poliéster, fibra de vidrio y espuma de poliuretano de alta densidad, que dio totalmente el pego. Hasta que se descubrió el pastel y el tema salió en prensa. Ahora la réplica está ubicada en las dependencias del estadio Nuevo Colombino y aquí han dejado el original. ¿Qué pasa, que no te gusta?
No respondo. Cierro los ojos y veo como en un fulgor el David de Miguel Ángel.
Imagino la expectación que tuvo que despertar en la Florencia de la época cuando lo colocaron en la plaza de la Signoria.
Y pienso que este monumento al futbol tiene mucho de David, héroe en pelotas, símbolo de una ciudad. Me pregunto de dónde viene esto de que una ciudad ponga una estatua desnuda. Y alguien me respondió que hubo una época en la historia que se llamó Renacimiento y fue en Italia donde a una serie de artistas les dio por conocer, valorar y rescatar el arte de la antigüedad clásica, Grecia y Roma… y del mundo Helenístico, que no es lo mismo, pero es igual.
Todo comenzó con Aristóteles, y la valoración positiva que hace del cuerpo masculino.Y como los griegos eran muy liberales y estaban acostumbrados a hacer deporte en pelotas, pues así que los retratan y los esculpen. A los del Renacimiento les da por pensar que Dios no es es el centro del Universo, sino el Hombre. Y algunos, entre otros a Leonardo, les da por pintar ese hombre, sin vergüenza y sin ostentación de su cuerpo desnudo, dentro de un cuadrado y un redondel, símbolo de la perfección.
Y a partir de eso tenemos un montón de artistas que trasladan esta idea a las esculturas de entonces y Florencia, que se veía como una ciudad pequeñita frente a la gigantesca región de la Toscana, se ha enriquecido cada vez más y se ve a sí misma como el pequeño David que vence al grandote Goliat. En el de Donatello, David es un adolescente que apoya su pie sobre la cabeza del gigante vencido y como adorno está coronado por las flores de la victoria.
Estos cuerpos de adolescentes representan la perfección cumplen dos características: armonía y proporciones. Para ello, esta gente se dedica a hacer una serie de cuentas matemáticas (y sin calculadora) de forma que según mida la cabeza así mide el resto del cuerpo, la oreja por un lado, el ombligo por otro y lo llamaron número áureo.
Cada cual tiene derecho a obsesionarse con lo que le dé la gana. Y yo miro y sigo remirando mi futbolista de la Avenida de Andalucía, casi suspendido en el aire y con esa lesión que le recorre los gemelos, se dispone a chutar un penalti. Los pies parecen frágiles e inestables frente a una pelota que en vez de ser de reglamento, parece un sólido mundo, estático y ajeno en el centro de su universo.
En el pie exento se aprecian los dedos desnudos que parecen indefensos ante el impacto, retraídos; los músculos no están tensos.
Ay, piernecitas de cristito, lánguidas e inseguras camino de su calvario.
Pecho que no respira, hombros del Golum que no parecen poder soportar el peso de los brazos.
Brazo que no encuentra fuerza para sujetar el destino, mano que se olvida de que también puede ser puño y se queda atrás en un escorzo que inhumanamente duele a la vista.
Vista que se pierde ante la sombra vagabunda de sí misma, y absorta en un mar de contradicciones y de dudas, vuelve el rostro.
Rostro de facciones angustiadas, carentes de edad, mas marcados los surcos que bordean los ojos y los labios. Ojos huecos olvidados en el fondo de una portería invisible, sin fuerza y sin ánimos para llegar hasta allí. Labios entreabiertos que parecen querer pronunciar las mismas palabras que un Jesús agonizante, abandonado a su suerte, a quien todos dieron la espalda.
Espalda, que pierde su casto nombre para mostrar la tensión del que temeroso aprieta el culo, intentando evitar el golpe invisible, que nadie sabe desde dónde vendrá y a dónde llegará. Esa puñalaíta trapera que nos reconcome el alma, que sabemos que existe pero que no reconocemos y mantenemos oculto.
Sexo oculto en la sombra, fruto que debiera marcar una condición y un orgullo, Sexo que no se sabe mostrar. Ni cercenado ni lijado. Sexo que no se ve, que se obvia por vergonzante, por inútil. Metáfora de la mula que es incapaz de procrear, y lleva una existencia incompleta y vacía. Símil del ciudadano que cumple con su deber sin mayor entusiasmo, sin conciencia de sí mismo: Pero vamos a llamarlo por su nombre, sin huevos para alzar su cuerpo, para mostrarse tal cuál es -joven o viejo, bello o hermoso-, para explicar sus verdades, para enseñar sus llagas y buscar solución a sus problemas. Monumento al fútbol, metáfora del ciudadano herido e inclinado ante una situación absurda de la que es incapaz de salir. Sabemos, por ejemplo, que la ría mata, pero como nuestra estatua, permanecemos inmóviles y laxos, con un rictus de impotencia y todavía no hemos sido capaces de darle la patada al balón de las fábricas que tanto daño nos hacen.
De acuerdo, me dijo mi amigo, si tanto odias esta ciudad, vuélvete a Italia.
Pero yo quería explicarle que no, que si a algo me sentía unida era a esto. Me faltaban las palabras, pero encontré una imagen en Internet que me reconcilia con mi Huelva y consigue sacar al futbolista lo suficientemente guapo como para quedarme. La diferencia entre la belleza y la fealdad, quiero creer que es sólo una buena cámara de fotos y una mirada de cariño.
Conchi.
Imágenes:
– 1er. monumento al fútbol, Conchi
– David de Miguel Ángel, Detalle del Laoconte y Joven Victorioso sacadas de Ars Summun http://www.arssummum.net/
– Estatua de Adriano, Conchi
– Hombre de Vitrubio de Leonardo y David de Donatello, sacadas de Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada
– Última imagen, Calapito: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c4/Huelva,_monumento_al_futbol.jpg