Es curioso cómo la historia se repite una y otra vez, aunque prefiramos permanecer ciegos y pensar que no es así. Durante el Imperio Romano, y sobre todo, en la época de su crisis y posterior caída, los poderosos conseguían ganarse a la sociedad controlando básicamente a sus pilares, y dándoles a la plebe, pan y circo para que no se quejaran. Las informaciones de lo que estaba pasando en el resto del Imperio no llegaban al pueblo y “todo iba bien”. Pero lo cierto era que ese Imperio ya se estaba derrumbando, como de hecho cayó el de Occidente en el año 476 d. C.
Posteriormente, y a lo largo de los siglos, los políticos, mandatarios, reyes, y en definitiva “el poder”, se fueron separando cada vez más de la idea del poder de la retórica y del control de la sociedad, alejándose tanto de ella que ésta acabó por explotar en un sin fin de revoluciones que provocó que el pueblo llano, los obreros y trabajadores consiguieran sus derechos.
Nada que ver con los tiempos que vivimos, nos encontramos con una sociedad que no reacciona, conformista y que mira a otro lado cuando hay un problema. Hemos vuelto a Roma, al Imperio que está cayendo, con sus mandatarios que para apaciguar a las masas, deciden distraerlas con espectáculos, pero en vez de en circos con fieras y gladiadores, ahora son en unos campos de fútbol con unos hombres que corren tras un balón, y que cobran muchos de ellos unas vertiginosas cantidades de dinero. Nos engañan con la situación del país, no nos dan verdaderas soluciones, aunque intentan hacer ver a los españoles que la mejor solución para todo y todos es pisotearnos el bolsillo. Recortan gastos en sanidad, escatimando medicinas a los enfermos, se perjudica a la educación, y en definitiva a nuestros derechos. Han conseguido que el segundo tema de importancia de la sociedad sea Belén Esteban o la Pantoja, es decir, desviar la atención hacia la prensa rosa, facilitando el olvidar los propios problemas. Hay que tener a las altas clases sociales satisfechas, haciéndonos creer que es lo mejor para el país, y por supuesto, controlar a todos los pilares que eviten una posible revolución, como por ejemplo a los sindicatos, que con poco se echaban a la calle hace no muchos años organizando huelgas generales, y sin embargo, ahora que deberían luchar por nuestros derechos, no hacen nada, dando la impresión de que sus movimientos están pactados.
El Gobierno, mediante decretazo, baja el sueldo a los funcionarios, congelan las pagas a los jubilados, toman medidas escatimando a los más necesitados con la reforma de la Ley de Dependencia, también limitan el gasto en medicinas, suben el IVA, aumentan la edad de jubilación… y sin embargo, no se controla al que gana más, ¿quién controla a los millonarios empresarios o deportistas que se llevan sus dineros a Suiza?, ¿cómo puede ser que un alcalde, presidente de Diputación, o de Junta, pueda tener tantos cargos y eso le permita tener esos sueldos millonarios? Lo peor es que no se busca ningún tipo de solución para tantos miles de desempleados, éste sería el momento de hacer un movimiento que facilitara la contratación, no el despido.
Pero no, esta es la España de las subvenciones, la de los boyantes e intocables banqueros, la de los empresarios que quieren ganar más y más y tienen a muchos trabajadores con contratos basura, en incluso sin ellos, trabajando como esclavos. Es la España de los becarios: «contratar» a alguien enseñándolo, pero que con un sueldo miserable hace más funciones que un encargado. Es la España de los pícaros y ruines, de los estafadores que se aprovechan de la crisis para mentir con trabajos con sueldos de Rodri en Dubai. Así nos va. Hoy día, acceder a un puesto de trabajo digno, es prácticamente imposible, os recomiendo la novela o película de Zola Germinal, trabajos miserables, explotación, miseria, hambre, en definitiva, mucha necesidad.
Y en Huelva, nos engañan con proyectos falsos, puentes, AVE, aeropuertos, etc., que jamás llegarán a Huelva, porque Huelva no importa, ni ha importado nunca, ni importará en este país. ¡Señores, como Teruel, Huelva también existe! En definitiva, como decía una columna del Viva Huelva de hace unos días, una “sociedad tonta” “de un imperio cateto” que cae poco a poco y que nadie, o casi nadie se da cuenta y los que se dan cuenta no reaccionan.
El Niño de la Ría.