Cuando Amador de los Ríos llegó a Huelva a finales del siglo XIX para escribir el volumen dedicado a Huelva dentro de la obra España. Sus monumentos y artes, su naturaleza e Historia, lo hacía esperanzado en encontrar restos de la época árabe. Su visita a Niebla le llenó de esperanzas, pero al llegar a la ciudad de Huelva se llevó una decepción. La ciudad era “moderna”, casi toda de los siglos XVIII y XIX (moderna para su época) y muy pocos restos notables quedaban como testimonio de la época de Al-Andalus. Sin embargo, sí que existían algunos elementos mudéjares dignos de destacar, entre ellos este que nos ocupa. En su libro nos lo describe con las siguientes palabras:
“Bajando luego hacia el llano, por la calle de Alonso Sánchez de Huelva, y antiguamente del Puerto, conforme todavía es llamada, -perfectamente restaurado, y conservado con muy discreto acuerdo, excita la atención, como uno de los monumentos de la ciudad, elegante ajiméz que se ostenta en la casa actualmente señalada con el número 7. Es ésta de construcción moderna (…) Como resto de la antigua construcción, avanza en la línea de fachada esta especia de cuerpo central (…) y en él se abre el ajiméz, de fábrica de ladrillo, cuyos dos arcos graciosamente cairelados, traen a la memoria la del estilo mauritano que se desarrolla en la Península con la venida de los almohades al mediar el siglo XII, pero cuyas tradiciones se perpetúan en esta occidental comarca de Andalucía hasta el mismo siglo XVI…”

Casa del Ajimez
Este ajiméz es datado por el propio Amador de los Ríos como del siglo XVI debido al tipo de ladrillo utilizado y al capitel de la columnilla central.
Es tanta la importancia que le da al edificio que incluso incluye una imagen en su libro. Pero como tantas otras cosas, su futuro estaba en las escombreras.

Fotografía del libro Huelva, de Amador de los Ríos
En los años 70 se decide ensanchar la calle Puerto, lo que implica el derribo de varios edificios históricos (la casa de los Trianes, una fonda del siglo XVIII y el que hoy nos ocupa). Por suerte, la hermandad de la Cinta comienza a dar cobijo a elementos y restos de los edificios que por aquellos infames años 70 se estaban derribando. En 1977 se embala el ajiméz y se traslada al santuario de la Cinta, donde tiempo después es colocado en una de las dependencias anexas. De esta forma, podemos contemplarlo en los jardines de la Cinta, junto a columnas y lápidas de la iglesia de San Francisco, y escudos nobiliarios de antiguas casonas ya derribadas.

Vista del paseo de Santa Fe desde el ajimez.
Desde aquí darle las gracias a quien corresponda.
Fuentes: Fotografías extraídas del periódico Huelva Información y de la edición de la obra «Huelva» de Amador de los Ríos editada por la Diputación de Huelva.