Sobre Huelva. Un proyecto de ensayo. Capítulo 3
Posted by www.LaHuelvaCateta.es en miércoles, 19 marzo 2014
Y de la tierra perdida en la infancia…al mundo perecedero.
Bendecida fue la causa de mi fortuna.
Algo que no me han consentido,
y que ahora busco entre tus huesos,
algo, que desde tan lejos,
creí que no era,
creí que no era mi estilo.
Héroes del silencio. Bendecida.
¿Cuantas veces el Onubense preguntado por su origen ha escuchado de distintas maneras expresado lo vulgar o poco agraciada que es o era su ciudad?
Hay que admitir que es cierto que el polo químico, la contaminación, la desidia onubense, la criminal política urbanística llevada a cabo y otros aspectos hacen de Huelva una ciudad poco atractiva a priori e incluso con mala fama.
¿Pero es la ciudad esquiva con el visitante? ¿O son los onubenses los que guardan hurañamente sus encantos secretos? Pienso que ambas cosas pero principalmente porque fracasamos en mostrar lo mejor de una ciudad que no se abre a cualquiera rápidamente sino solo al que aguarda sus tempos y ritmos, encantando solo al que es conducido por cicerones expertos a descubrir lo que no se ve pero existe.
Se dice que el onubense no es (por lo general) un hombre de grandes reuniones multitudinarias ni de muchedumbres, y que su carácter es más tranquilo y familiar de lo que suele ser el del andaluz típico prefiriendo la íntima alegría de la comunión entre pocos. Pues el corazón onubense es un corazón con un toque solitario hecho a los páramos del Andévalo, a la pesca en orillas desiertas y a silenciosas dehesas perdidas, o tal vez puede que sea por la influencia de nuestros primos portugueses.
Y si acaso sale de su extrañeza es en romerías singulares o durante los partidos del club de futbol más antiguo de España, siendo este otro de los orgullos que el onubense se permite defender públicamente junto con la romería del Rocío.
La mayor romería del mundo que desde su Almonte originario paso a convertirse en una devoción universal escapando del intimista sentimiento onubense y haciéndose tan popular que Huelva tuvo que compartir su preciado tesoro con sus hermanos mayores, resistiendo casi como puede a que se lo quiten de las manos entre todos, gracias al esfuerzo y devoción de Almonteños indomables.
Pero creo que el hecho de que Huelva sea tan poco conocida no solo es explicado por el carácter de sus habitantes sino por la particular naturaleza de lo que más apreciamos los que en ella vivimos:
Entiendo que casi todas las cosas son puro fetichismo onubense y que poca gente puede disfrutar de esos pequeños detalles y no tan pequeños como el rememorar las noches de botellón en Pablo Rada y su éxodo hasta la semiextinción, el pasear por la plaza de la merced y mezclarse en el bullicio de universitarios, mendigos y cofrades bebiendo cerveza por la tarde, las hamburguesas de la plaza de las monjas sin las cuales nadie que no las haya probado puede llamarse choquero, el bizarrismo del barrio obrero, el puerto donde nuestros padres cogían la canoa para Punta Umbría, la Alameda, la estatua de Colon que no es de Colon, ese terreno peligroso y encantado que era el parque Moret, recuerdos y realidades, inventados o tangibles pero únicos.
Es posible pasear por Huelva y verla de otra manera rastreando orígenes cultos como el del Humilladero de la Cinta que es posiblemente uno de los edificios más antiguos que quedan en Huelva al ser este el morabito donde vivía algún ermitaño musulmán.
No vamos a citar lo más típico pues es de sobra conocido: la Rábida, El Santuario de la Cinta, Riotinto, Doñana, el Rocío, Niebla, Moguer, Aracena, o la insuperable gastronomía Onubense.
Pero no puedo dejar de hablar del Conquero, un lugar que ya de por si daría para este ensayo.
La cumbre de la capital en belleza y origen de todo. Subir a esta atalaya natural es parecido a meditar sobre la inestabilidad de la realidad pues es imposible ver las mismas marismas repetirse si te fijas bien, incluso una vez pensé en realizar la misma fotografía desde el mismo punto y a la misma hora como el protagonista de Smoke, tan solo para demostrar cómo cambian día a día, hora a hora en una infinita paleta de humores.
Colores y texturas, atardeceres, amaneceres, bruma, lluvia, calima… Esto lo saben perfectamente los que frecuenten el Conquero días después de las tormentas invernales en las que el cielo descarga su bendición en forma de agua , solo ellos saben del color que trae la Marisma del Odiel al verterse las aguas de la sierra uno o dos días después, tiñendo la misma con colores azules cobalto y turquesa. Hechizos que se divisan fugazmente, corrientes que se mezclan entre disoluciones de salinidad imposibles y vientos helado que peinan y rizan su superficie cambiante, como sentimientos y estados de ánimo que fluyen en direcciones contradictoria.
Otros días la belleza y la melancolía casi te inundan ante el espectáculo de la marea llena apunto de recuperar la ciudad que vive a su lado, como queriendo llegar a los cabezos, esos eternos compañeros que observan la marisma desde que ambos salieron del fondo del océano hace eones.
Enamorados de distintas generaciones han esperado juntos el frescor de la noche en interminables veranos mirando un sol que se pone sobre pinos, marismas, nubes rotas, algún avión y al fondo, casi como un espejismo: el mar.
Todo lo bello muere y eclipsa en el mar de la costa de luz, donde esta acaba en atardeceres, nadando en aguas verdosas y llenas de vida, en orillas solitarias de algunas de las últimas playas vírgenes que quedan en España.
Pureza, melancolía, belleza y significado en esa luz que redime las cosas feas hechas por el hombre con este rincón de iberia.
Por A.S. Torres
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Javier said
Mira que he viajado por lugares y no he encontrado jamás un enclave como el del Conquero…
Qué pena que onubenses y políticos no le demos la atención que otras ciudades seguro que sí le darían.
Pastor Cano Soriano said
Excelente no podemos analizarmos mejor. Enhorabuena
Sobre Huelva. Un proyecto de ensayo. Y Capítulo 4 « La Huelva Cateta said
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