La Huelva Cateta

Desde 2007 batallando por una Huelva mejor

Sobre Huelva. Un proyecto de ensayo. Y Capítulo 4

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en miércoles, 23 abril 2014

LA CIUDAD

Dices: «Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
Y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí».

No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

Constantino Cavafis

 

La tradicional minería, agricultura y pesca fue de repente sustituida por el polo químico y este fue el motor que sacó a Huelva del retraso y la pobreza que la asolaban desde siglos. Vendimos nuestra alma a la industria a cambio de un futuro mejor pagando por ello un precio que seguirán pagando nuestros hijos. Nuevos misterios se diluyeron en el olvido como la brutal incidencia de cáncer de tiroides y pulmón en la zona o niveles de radioactividad propios de catástrofes nucleares, pero nadie sabe nada a ciencia cierta, ni médicos ni universidades, ni “responsables” políticos…rimas y leyendas.

De esta manera el progreso y el dinero brotaron de nuevo en la comarca pudiendo muchas familias escaparse de la emigración al norte y criar a sus hijos con salarios dignos. Después comenzó el pelotazo urbanístico y el polvo de ladrillo fluyo por despachos y costas arrasando centros históricos y playas semivírgenes. Pasear por Cartaya en agosto llegó a parecer una película de los hermanos Marx me cuentan. Y cuando el  imperio tartésico volvía a resurgir, de repente, casi todo se fue derrumbando. Explosión de la burbuja inmobiliaria, endeudamiento de la economía nacional, ERES… y poco a poco el pack completo: hasta tengo la sensación de que incluso conoceremos el hambre. La decadencia del imperio en versión 2.0. Destrozamos lo mejor de nuestra provincia a cambio de algo que de repente se está esfumando ante nuestros ojos. No vamos a preguntarnos en que se gastó el dinero en épocas de vacas gordas, ni a buscar culpables pues no hay nada nuevo bajo el sol. Todos. Unos pocos y otros muchos.

En conversaciones en la charcutería o la peluquería ya se escuchan otra vez diálogos como los de antaño, sobre tal hijo que se fue al norte de Europa a trabajar, sobre fulanito que está en Madrid con su hermano mayor a ver si le sale algo, todo ello mezclado con Sálvame y 150 gr de York. Y lo malos que son los políticos que pese a todo seguiremos votando.

En bares y parques se habla sobre el primo que vive en Inglaterra y sabe hablar inglés pero lo más importante siempre son los partidos del Recre o lo bueno que es Messi. La política es un rollo.

Hablamos y nos quejamos de nuestros políticos pero al mismo tiempo seguimos encontrando tiempo para vivir y ser felices, para escapar de la sensación de que todo se derrumba en esta ciudad herida de muerte. Esa es nuestra fuerza y a la vez nuestra perdición.

Detroit era la ciudad del motor y un bastión de la economía estadounidense durante décadas. Todo en la ciudad dependía de los coches porque sus habitantes trabajaban en la industria automovilística. Esta especialización de su economía fue lo que condeno a Detroit a la desolación actual y a la bancarrota cuando la industria no supo aguantar en los tiempos de la globalización. No hay que ser muy listos para sacar conclusiones ¿Verdad?

Año tras año se contempla como la ciudad implosiona lentamente, como cada vez hay más jóvenes paseando a sus hijos pequeños un lunes por la mañana, se ve la desesperación de la gente que hace colas en el paro, en centros de salud abarrotados y con poco personal… hasta el antaño orgulloso Pablo Rada está forrado de carteles de pisos que se venden, ya no solo en los balcones de los pisos de veraneo como antes de la crisis.

Se palpa la antesala de la anarquía en ciertas relajaciones del orden y sus fuerzas. En la relatividad moral y en la vuelta a ideologías utópicas y anacrónicas.  La corrupción se filtra por todo el sistema. La rabia ciega. Las ratas…

Por eso es cada vez más triste volver a casa, es siempre hermoso pero últimamente acongoja ver como la enfermedad avanza siguiendo puntos de referencia que el tiempo y la memoria señalan sin margen de duda.

Sin embargo la entropía no debe ocultar ciertos rayos de esperanza y el margen de cambio que sin duda necesita nuestra tierra lo pueden traen las nuevas generaciones de onubenses, tanto nacidos aquí como de corazón, que por primera vez en muchísimos años se sienten orgullosos de lo bueno de serlo y aportan otra forma de entender lo que tanto necesita la provincia. También estas señales están ahí para el que las busque.

Están en las aldeas de la sierra que nativos que vuelven de otros países y gente de fuera están comprando y rehabilitando con filosofías nuevas y a la vez muy antiguas como autosuficiencia, filosofía Low, comida orgánica, cooperativismo, etc.

Comunidades que colaboran y rescatan formas de vivir más humanas y a la vez tecnológicas. Me fascina ver esas aldeas donde se imparten talleres para aprender a tejer alrededor de una chimenea, en donde a través de un portátil alimentado en parte por un panel solar la familia comercia con productos artesanales, donde los niños vuelven a correr entre encinas y animales. Entendiendo que otro turismo es posible lejos del dominguerismo playero.

Están a nuestro alcance todas las piezas para salir del agujero, tenemos en la red toda la información para dejar de ser la “Huelva Cateta” y creo que con sentido crítico, sentido del humor y  buen hacer  podemos (si queremos) dejar de serlo.

Emprendedores y gente con ideas nuevas y coraje es lo que necesitamos más que nunca en el sur y no más vividores corruptos ni envidiosos cobardes y estúpidos. No lo mismo de siempre en este cortijo. No más eslóganes sin fondo ni etiquetas vacías. No habrá futuro con ellos porque es una ley básica de la biología: cualquier organismo que no controle a sus parásitos está condenado a la extinción.

Y no tenemos excusa porque si ahora nos quejamos de que los tiempos son duros y no hay nada que hacer sólo tenemos que fijarnos en aquellos héroes que siempre hubo entre nosotros, gente que sí hizo lo que creían que había que hacer en tiempos muchísimo peores, con valor y pasión.

Conozco la historia de esos primeros movimientos ecologistas que se fundaron por gente amenazada en su hogar y trabajo por su lucha, organizaciones que acabaron tristemente fagocitadas por charlatanes.

Ahí está el historiador Antonio José Martínez Navarro y su monumental obra, contra viento y marea, luchando entre el desconocimiento (de unos pocos) y el reconocimiento.

Y qué decir de nuestro recién estrenado académico de la Lengua Española y su impresionante biografía, merecedor de un justo homenaje en su tierra natal. ¿Sabéis de quien hablo? ¿Verdad?

Daniel López  enseña al mundo entero la belleza del cosmos con sus fotografías y Timelapses arrasando en la red y enamorando a la mismísima NASA con la belleza del trabajo que realiza desde Canarias. ¿Cuantos onubenses se pierden el asomarse a su blog y emocionarse con su obra?

Por último (señalando que hay muchísimos casos más, casi en cada familia a lo largo de la historia reciente) está el ejemplo de muchos de mis profesores del colegio Público Marismas del Odiel que con su  proyecto lograron que hijos de gente trabajadora tuviese una educación excelente. Por culpa de ellos conocí los poemas de Miguel Hernández, las obras de teatro de Alberti y las chirigotas por carnavales ya que no sólo de fútbol y matemáticas viven los niños. Y siempre recordaré con cariño a Lola, “mi profesora” con mayúsculas porque ella fue la primera que me animo a escribir pese a lo mucho que a veces la decepcionaba.

He conocido a mucha gente decente y trabajadora, gente que lleva la alegría y el saber vivir en la sangre y que con su trabajo diario sostiene la estructura real de lo que aún nos mantiene en pie. Además de los onubenses que han tenido que emigrar. Y pese a los errores que nos condenan a todos en alguna medida por lo que hicimos y dejamos de hacer pienso que las nuevas generaciones no tienen la culpa de nuestra ignorancia y desidia. Por eso al menos deberíamos intentarlo.

Por todas estas cosas aunque la marea baja claramente, depende de nosotros que vuelva a subir, en una pleamar que traiga prosperidad para Huelva y viva felicidad a sus habitantes.

Porque pase lo que pase la ciudad seguirá embelesada en el eterno ocaso mirando sus marismas, cual esfinge en trance. Ella ve las innumerables idas y venidas de sus gentes como torbellinos en las corrientes del tiempo. Porque ella es indiferente al tiempo y a los cambios.

Porque ella porta la belleza del olvido.

Huida crepuscular

A través de marismas infinitas

Y muere el día, el sueño, yo…

Por A.S. Torres

 

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