Que Huelva capital está hecha un Cristo es algo que no escapa a nadie que se pasee por alguna de las calles de nuestra ciudad. El 80% de las calles, siendo exagerado como buen andaluz, está siendo reparada, arreglada o destrozada por las obras que el Ayuntamiento ha acometido gracias al plan de “salvación” que el Gobierno de la nación ha procedido a repartir amablemente a los ayuntamientos de todo tipo y condición.
Sea bienvenida esa inyección de dinero para que se palie, siquiera un poco, la terrible plaga del paro. Tal vez sirva la estrategia para pasar estos meses e inyectar trabajo, y moral, a los parados, sobre todo a los de la construcción. Esperemos que el parche, que tan caro nos va a costar en impuestos, sirva para animar la economía, el mismo tipo de economía, por cierto, que nos ha llevado a esta situación.
Pero la cuestión no es si la inyección de nuestro dinero, en forma de ayudas, va a revitalizar la economía de este país. La cuestión es si en Huelva nuestro Ayuntamiento está haciendo los deberes y ejecutando obras que sean interesantes y eficientes para los ciudadanos.
De momento habría que decir que, hábilmente, el consistorio ha paralizado muchas de sus inversiones previstas, para usar el dinero que viene de Madrid en otras obras distintas, ya que ese dinero no puede ser usado en obra ya presupuestada. Estas obras nuevas, a veces, pueden parecer no necesarias y suponen un gasto absurdo en muchos casos, teniendo en cuenta que hay otras muchas necesidades que cubrir. El Ayuntamiento está usando ese dinero para varias cosas que son, cuanto menos, extrañas. A saber:
Por un motivo desconocido, el Ayuntamiento está eliminando los aparcamientos de las calles a marchas forzadas. Ejemplos de ello son la eliminación de la Gran Vía como arteria de comunicación transversal del centro. Sin motivación alguna se va a trasformar esta calle céntrica en peatonal. Una calle peatonal significa que en ella los viandantes pasean y habitualmente encuentran tiendas, comercios, cafeterías, restaurantes o bares donde poder descansar. Pero… ¿qué clase de comercios existen en la Gran Vía? Por no haber no hay ni siquiera locales comerciales donde ubicarlos. Los hay a partir del hotel Tartessos hacia el punto, pero no hacia la Plaza de las Monjas que en ese tramo es meramente una calle “administrativa”. Otro ejemplo de eliminación de todos los aparcamientos es el de la plaza, o calle que no se sabe bien lo que es, de Villamundaka (si se escribe así). Ahí tampoco tiene sentido peatonalizar la calle para trasformarla en una ¿plaza? dura. Se pondrá algún arbolito de esos raquíticos y con eso cumplirán el objetivo de decir que respetan el medio ambiente (en la calle Málaga, muy cerquita, desaparecieron todos los árboles, que tendrían unos 40 años, para ser sustituidos por nuevos y jovencitos retoños que no dan ni sombras, ni se les espera que den en varios años).
Calle Villamundaka. Imagen: Google Earth.
¿Por qué el Ayuntamiento hace esa labor de zapa con respecto a los aparcamientos? ¿Es porque quiere velar por la salud de los onubenses tal vez? ¿Es para dar un nuevo impulso al trasporte público municipal, tan desastroso actualmente? ¿Quizá sea para mantener un ambiente más limpio y ecológico en la ciudad? Podría ser, pero mucho me temo que la lógica me dice que la razón a este ataque masivo es una razón más cercana, más mundana si se quiere. La razón es puramente crematística y no es otra que el Ayuntamiento pretende vender sus plazas de garaje creadas ya, o futuras, como las del parque de La Esperanza, para que sus ingresos aumenten y puedan construirse cosas mas interesantes como fuentes o rotondas. Si de paso se benefician los dueños de las constructores mejor que mejor. El problema es pues de pura y dura especulación, ni más ni menos.
Siguiendo con las obras “catetas”, hay en proyecto una gran macro-obra que se va a llevar a cabo en el Molino de la Vega, que se pretende reconvertir despojándole de su aire industrial. ¿Se van a eliminar todos los talleres de por allí? Y ¿Dónde se van a poner por cierto? Puede que la remodelación sea necesaria, incluso beneficiosa, pero mucho me temo que se hará como siempre se hacen estas cosas sin tener en cuenta las necesidades de la población. Y mientras estas obras nuevas se proyectan a bombo y platillo, las inversiones necesarias para otras que ya estaban proyectadas se retrasan sine die, por ejemplo la remodelación del viejo estadio que lleva ya años de parón y que no parece empezar, o avanzar, nunca.
Esas son algunas de las cosas conocidas que están ocurriendo, obras sin ton ni son, y gasto absurdo y abusivo en otras. ¿Por qué quitar los adoquines de Pablo Rada para asfaltar? ¿A quién molestan? Y mientras tanto el parque Moret no se termina, el parque Alonso Sánchez abandonado porque era el monumento megalómano del “otro”, y así sucesivamente.
Una vez mas vemos la incapacidad y la incompetencia de los que nos gobiernan, tanto a nivel local, como provincial o nacional. Pero no nos quejemos. Hemos votado a nuestros dirigentes. Si no los quisiéramos, elegiríamos a otros… ¿o no?
Gabriel Martín 2009.