La Huelva Cateta

Desde 2007 batallando por una Huelva mejor

Posts Tagged ‘calle Puerto’

Otra plaza acogedora…

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en viernes, 18 noviembre 2011

Huelva, ciudad que se caracteriza por sus plazas coquetas y «acogedoras», tiene desde hace un par de meses un nuevo espacio que invita al paseo y al descanso. La plaza Mora Claros se ha reformado al más puro «estilo choquero». Fuera zonas verdes, fuera bancos con respaldo, nada de enrejados, y han dejado el monumento al Alcalde Mora Claros construido en 1925 porque era demasiado descarado eliminarlo.

Aspecto actual de la Plazoleta

Aspecto actual de la Plazoleta

El resultado, pues lo de siempre, una plazoleta (que la verdad, nunca fue nada del otro mundo) se convierte en «plaza dura» diseñada por algún arquitecto amante de la losa, el marmol y la piedra. Bancos de mármol sin respaldo que «invitan» a sentarse y disfrutar de la tortura y eliminación de «molestos» elementos denominados por la cultura popular como árboles. Bancos que además parecen ser de hielo en invierno.

¿El objetivo final era ahorrarse el dinero del mantenimiento del pequeño jardincillo y de los 4 árboles que había? ¿Hay algún compadre de alguien que se dedique a la chatarra y se esté llevando todos los bancos de forja de las plazas de Huelva? ¿Algún cuñado de alguien hace bancos de mármol? ¿Nadie sabe hacer una plazoleta en Huelva que invite a sentarse y descansar a la sombra?

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Número 6 del Paseo Santa Fe

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en martes, 4 octubre 2011

El Paseo de Santa Fe ocupa lo que antaño fuera el Cabezo del Molino del Viento, hasta que la administración decidiera su desmonte. Es por tanto, uno de los lugares más singulares del centro de la capital onubense, uniendo al norte el histórico cabezo de San Pedro y al sur la calle Puerto, una de las más importantes, especialmente a finales del s.XIX y principios del XX, cuando en ella se aglomeraban algunas de las instituciones y personalidades más representativas de la ciudad. Sin embargo, la fisonomía actual del paseo por desgracia no acompaña su historia. En él se ubicaron el antiguo edificio del colegio de las Esclavas, el parque de bomberos municipal, y el mercado de Santa Fe; además de numerosas casas típicas de la arquitectura onubense.

Pero este no es un post sobre su historia. Lamentablemente hoy podemos apreciar que este paseo desprovisto de sus palmeras ya no es el mismo. Las casas han ido dando paso a edificios de hasta 6 alturas que además de restar al entorno su personalidad histórica han descontextualizado la estética de las supervivientes, y esto a su vez ha sido usado como justificación para derribar el resto. En la actualidad se conserva una casa de 3 plantas (con una 4ª añadida en tiempos más recientes), el citado mercado más conocido por haber albergado la sede de la Policía Nacional hasta su cierre (su situación actual y futuro también merecen un artículo propio) y, por último, dos humildes casas típicas.

Casa derribada. Fuente: http://members.fortunecity.com

Casa en pie, a escasos metros de la derribada. Fuente: http://members.fortunecity.com

Pues bien, al parecer, con la excusa de las intervenciones de tala de las palmeras muertas, de la noche a la mañana han creado una vía hormigonada sobre el paseo para la incursión de maquinaria de obra, y han derribado una de las casas que quedaban. Desgraciadamente, el final de esta casa no ha sido de extrañar, pero la rapidez y sigilo de la operación sí han sido de record. A partir de aquí, fácilmente podemos prever un edificio de altura igual al que lo sucede, mucho más jugoso y rentable económicamente que la poca historia que el ya desaparecido podía albergar por sí mismo. Igualmente, a tan sólo 2 números de este derribo nos es cauto empezar a apostar cuánto tiempo le queda a la otra casa, ya única superviviente y que efectivamente rompe la línea de la «modernidad» que el urbanismo onubense se ha esmerado en imponer a golpe de piqueta.

Fotos de las casas ya cerradas, con las ventanas cegadas.

A juzgar por la silueta en los muros contiguos, la casa, entendida en extensión y no en altura (que es de la única manera que Huelva entiende el «crecer» desde hace tiempo) tenía un tamaño muy considerable que a buen seguro hará las mieles de aquellos que dispongan del terreno.

Hace ya muchos años que el Paseo de Santa Fe ha dejado de presumir de muchas cosas, y probablemente la más ausente sea la propia fe, la fe en que la especulación y la insensatez no acaben con todo vestigio de su historia, pues poco queda en pie.

D8ni.

*Nota: Son el número 6 y 10. De la 6, derribada, deduzco el número por lógica y lo apreciable en una foto en que creo distinguir el número.

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La Huelva que Nos Robaron

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en martes, 3 mayo 2011

Lástima es lo primero que sentí cuando llegó a mis manos esta foto en uno de esos correos de internet. Por mi edad no he podido conocer ni un triste 10% de lo que se ve en la foto, y para poder reconocer los edificios que aparecen sólo puedo buscar en libros o preguntar a los mayores. En ella podemos ver casas solariegas del siglo XVIII, grandes caserones con patio central, construcciones modernistas, casas con torreones, edificios neomudéjares y casitas sencillas con corral, callejones, rejas, cierres, balconadas… Mi pregunta es ¿por qué se ha destruido todo el centro de Huelva? ¿por qué no se nos ha permitido a los jóvenes el poder conocer nuestra Historia? ¿no se podia haber conservado un centro histórico pintoresco y con un estilo propio? ¿por qué algunos se creen con derecho y poder de acabar con siglos de Historia sólo para enriquecerse bajo la falsa bandera de la modernidad? ¿por qué nadie hizo nada? ¿por qué nadie hace nada tampoco ahora?

Les dejo con la foto para que le echen un vistazo.

Vista aérea de Huelva años 20

Vista aérea de Huelva años 20

 1: Colegio de los padres Agustinos, construido en los restos del Convento de La Victoria.

 2: Casa de los Trianes.

 3: Caserón en la antigua Calle Hospital.

 4: Calle Rafael López plantada de naranjos y edificio con torreón.

 5: Edificio con torreón en la plaza de las Monjas.

 6: Casa neomudéjar (por suerte se conserva todavía).

 7: Casa de la Bola en todo su esplendor y sin chapuzas.

 8: Calle Palacio

 9: Edificio número 4 de la plaza de las Monjas (recientemente derribado) en construcción.

 10: Calle Puerto con casas señoriales con patio interior.

 11: Casas del siglo XVIII y XIX.

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Un trozo de nuestra historia se subasta en “Christies”

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en martes, 21 diciembre 2010

No voy ahora a escribir un artículo, sino sólo informar de un hallazgo que me ha llenado de perplejidad y desánimo. Navegando por la red he localizado en la página web de la casa londinense de subastas, un lote en el que se incluía la Carta Ejecutoria de Hidalguía del onubense Cristóbal Quintero Velázquez, otorgada por Felipe II en 1590, que fue subastada en 2007 por unos 22.000 dólares. Os adjunto el enlace:

http://www.christies.com/LotFinder/lot_details.aspx?intObjectID=4924282

Cristóbal Quintero, descendiente del copropietario de la “Pinta” que realizó con Colón su primera travesía, ostentaba el cargo de Regidor de la Villa de Huelva, y estaba casado con Isabel de Feria. La casa solariega de los Quintero se localizaba en la Calle del Puerto y fue derribada a finales de los sesenta. Se trataba de una casa solariega con patio central en forma de claustro, y que por su importancia, fue durante casi un siglo sede de la Audiencia Provincial, en concreto desde 1881 a 1968. La familia de los Quintero se desprendió del palacio –así lo denominó el onubense Fernando de Antón del Olmet, Marqués de Dos Fuentes– en 1823, cuendo el último representante de la familia, el presbítero José Quintero, la vendió a Juan Fernández. La rama principal de los Quintero se había trasladado a Cádiz durante el S. XVIII. Parece que no sólo los “catetos” de los onubenses derribaron la Casa de los Quintero, sino que sus descendientes vendieron la Ejecutoria, una copia de la cual existe – o al menos así figura en sus catálogos– en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, a no ser que lo subastado sea realmente el documento de ese Archivo, que todo es posible.

Es una lástima que este legajo, en vez de integrar el patrimonio de nuestra ciudad se encuentre ahora, previsiblemente, en manos de un coleccionista privado.

Juanjo.

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El Ajimez mudéjar de la calle Puerto

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en lunes, 4 octubre 2010

Cuando Amador de los Ríos llegó a Huelva a finales del siglo XIX para escribir el volumen dedicado a Huelva dentro de la obra España. Sus monumentos y artes, su naturaleza e Historia, lo hacía esperanzado en encontrar restos de la época árabe. Su visita a Niebla le llenó de esperanzas, pero al llegar a la ciudad de Huelva se llevó una decepción. La ciudad era “moderna”, casi toda de los siglos XVIII y XIX (moderna para su época) y muy pocos restos notables quedaban como testimonio de la época de Al-Andalus. Sin embargo,  sí que existían algunos elementos mudéjares dignos de destacar, entre ellos este que nos ocupa. En su libro nos lo describe con las siguientes palabras:

“Bajando luego hacia el llano, por la calle de Alonso Sánchez de Huelva, y antiguamente del Puerto, conforme todavía es llamada, -perfectamente restaurado, y conservado con muy discreto acuerdo, excita la atención, como uno de los monumentos de la ciudad, elegante ajiméz que se ostenta en la casa actualmente señalada con el número 7. Es ésta de construcción moderna (…) Como resto de la antigua construcción, avanza en la línea de fachada esta especia de cuerpo central (…) y en él se abre el ajiméz, de fábrica de ladrillo, cuyos dos arcos graciosamente cairelados, traen a la memoria la del estilo mauritano que se desarrolla en la Península con la venida de los almohades al mediar el siglo XII, pero cuyas tradiciones se perpetúan en esta occidental comarca de Andalucía hasta el mismo siglo XVI…”

Casa del Ajimez

Casa del Ajimez

Este ajiméz es datado por el propio Amador de los Ríos como del siglo XVI debido al tipo de ladrillo utilizado y al capitel de la columnilla central.

Es tanta la importancia que le da al edificio que incluso incluye una imagen en su libro.  Pero como tantas otras cosas, su futuro estaba en las escombreras.

Fotografía del libro Huelva, de Amador de los Ríos

Fotografía del libro Huelva, de Amador de los Ríos

En los años 70 se decide ensanchar la calle Puerto, lo que implica el derribo de varios edificios históricos (la casa de los Trianes, una fonda del siglo XVIII y el que hoy nos ocupa).  Por suerte, la hermandad de la Cinta comienza a dar cobijo a elementos y restos de los edificios que por aquellos infames años 70 se estaban derribando. En 1977 se embala el ajiméz y se traslada al santuario de la Cinta, donde tiempo después es colocado en una de las dependencias anexas. De esta forma, podemos contemplarlo  en los jardines de la Cinta, junto a columnas y lápidas de la iglesia de San Francisco, y escudos nobiliarios de antiguas casonas ya derribadas.

Vista del paseo de Santa Fe desde el ajimez.

Vista del paseo de Santa Fe desde el ajimez.

Desde aquí darle las gracias a quien corresponda.

Fuentes: Fotografías extraídas del periódico Huelva Información y de la edición de la obra «Huelva» de Amador de los Ríos editada por la Diputación de Huelva.

 

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Así está ya la Gran Vía

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en lunes, 22 febrero 2010

La Avenida Martín Alonso Pinzón, más conocida por los onubenses como Gran Vía, es una zona relativamente joven. Construida entre finales de los años 40 y principio de los 50 del pasado siglo XX, sirvió para crear el tan necesario centro en la ciudad.

Anteriormente el edificio del Ayuntamiento se encontraba en la calle del Puerto y antes de eso no tuvo ubicación fija, llegando a estar en diferentes lugares de la ciudad, pero el crecimiento de Huelva hizo necesario una casa consistorial de mayores dimensiones, y no fue hasta 1950 cuando se trasladó al monumental edificio actual. En cierta medida esta avenida unía dos épocas de la ciudad; una reciente y esplendorosa representada por la Casa Colón y otra más antigua y de poder como era la Plaza de las Monjas, dónde se encontraban las caballerizas del Palacio de los Duques de Medina Sidonia.

Huelva tenía una nueva avenida porticada, con un nuevo palacio de la ciudad, una plaza del Generalísimo de la Constitución y un edificio para la hacienda. Pero con el paso de los años nuestra particular «Gran Vía» empezó a quedar dormida. Era un lugar de paso para vehículos a motor, el peatón podía caminar tras los soportales pero sólo cuando buscara un organismo oficial o alguna consulta médica privada. No era un lugar de grato paseo.

Este año pasado, gracias al polémico PlanE, el Ayuntamiento (la institución) decidió remodelar la Gran Vía. Hasta ahí todo era perfecto. Se trataba de recuperar ese espacio peatonalizándolo y dándole más dignidad. Pero pronto la incertidumbre llegó al proyecto: ¿sería una calle peatonal, sería semipeatonal, sería esto o lo otro? Es cierto que es difícil poder  satisfacer a paseantes, conductores, comerciantes… pero las cartas nunca han estado claras, quizá por eso mismo, por intentar contentar a todos. Así que la Gran Vía abierta y luminosa que esperábamos se ha convertido en un lugar extraño, dónde no sabes si pasear libremente o si molestas a un automóvil o un autobús.

Pero a eso no iba. En realidad mi intención es que a pesar de tratarse un espacio nuevo -y parafraseando a un político local que los lectores de este blog conocen- este lugar «tiene un cáncer«. Es nuevo, la solería es nueva, el cemento aún está fresquito pero ya da la sensación de que necesita una reforma. Algunas cosas porque no se ha aprovechado la obra para arreglarlas, y otras porque el paso de vehículos las está degradando. Si en la actual fecha tenemos ésto, ¿qué será de ella en unos años?  A las imágenes me remito:

Iba a decir que no era por criticar, pero sí lo es. Si yo reformo mi cuarto de baño y a los dos meses me encuentro defectos, probablemente pida muchas explicaciones a quien me hizo la obra. Pues eso, como todos los onubenses hemos contratado esta reforma, debemos exigir explicaciones.

Calapito.

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Huelva Begins. Nativos, Fenicios, Tartessos y Griegos

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en domingo, 13 diciembre 2009

Al hilo de los diversos artículos en diarios locales que frecuentemente vienen publicándose, que incluso algún colaborador ha hecho llegar al blog (el último gracias a Fran Pazos), relacionados con los hallazgos arqueológicos que se vienen produciendo en la ciudad y siguiendo un poco en la línea de mi otro artículo sobre la ciudad de Tartessos en Huelva capital, me ha parecido interesante realizar una narración en la que contar cómo apareció nuestra ciudad y cómo llegó al momento en que entró en la historia, posiblemente la época en la que la actual Huelva obtuvo una mayor relevancia en el ámbito Mediterráneo, para llegar a ser tenida muy presente por los escritores clásicos.

Con todo ello, como ya dije en el anterior artículo, no pretendo entrar en si fue Tartessos una civilización propia o no, o si todos los fenicios eran realmente fenicios, sólo hacer un pequeño análisis de la historia más antigua de la ciudad, dar a conocer algunos detalles que muchos pueden que desconozcan e intentar animar a que se continúe investigando sobre esta historia.

Primero situémonos en el tiempo, y vamos a hacerlo en el III milenio a.C. En esta época Sumerios y Egipcios ya disfrutaban de civilizaciones organizadas, con escritura, leyes y ciudades. Sin embargo, en Europa Occidental aún no se atisbaba nada parecido, las personas que la habitaban seguían siendo nómadas, seminómadas o en algunos casos empezaban a crear asentamientos.

Pues uno de esos grupos de personas encontró, en lo que hoy es nuestra ciudad y sus proximidades, un lugar ideal para asentarse. La situación geográfica no era exactamente la actual ya que en aquellos tiempos se encontraba rodeada de agua casi en su totalidad, formando un istmo unido al resto de la península ibérica por una estrecha franja de tierra, correspondiendo esta zona con lo que ahora vendría a ser la carretera del cementerio hasta la Ribera. Por ahí llegaron y se encontraron unas condiciones excepcionales, un clima templado, amplias tierras para el cultivo y acceso a los innumerables recursos marinos, además de encontrarse protegidos de este mar por la altitud de los cabezos. Con estas circunstancias se inició el poblamiento de la zona que permanecerá hasta hoy.

En este punto, la Arqueología nos indica el afianzamiento de estos poblados, encontrándose en la zona del Seminario restos de esta época de enorme valor como ídolos cilíndricos o la localización de zonas de cultivo dedicadas a la vid, muy significativo ya que esto último sólo se había dado en Grecia (¿acaso se cultivaba la vid aquí antes de la llegada de los fenicios o griegos?). Con estos hallazgos puede decirse que se reescribe parte de la historia de Europa ya que demuestra que nuestra ciudad lleva habitada ininterrumpidamente mucho antes que ningún otro lugar de la zona occidental del continente.

No tardarían en comenzar a trabajar el gran recurso de la provincia, los minerales, que con el paso del tiempo serían decisivos en la evolución y crecimiento de la ciudad. Quizás estos primeros nativos de la zona, darían origen a lo que muchos consideran el Tartessos anterior a la época orientalizante.

El tiempo sigue pasando. Ya desde mitad del II milenio a.C., o incluso antes, en el Mediterráneo oriental venían apareciendo civilizaciones que se lanzaron a la exploración de dicho mar, entre ellos los fenicios, que se lanzaron a la búsqueda de nuevos mercados donde comerciar y la fundación de diversas colonias. A esto fue ayudando las mejoras tecnológicas navales, como la invención de la quilla, lo que permitía un mejor manejo de las embarcaciones, lo que propició ampliar el margen para explorar, llegando a cruzar el Estrecho de Gibraltar alcanzando una zona desconocida, donde dejaban la embarcación a 10 m. de la playa, y horas después se encontraba a 100 m. y que prácticamente era el fin del mundo, ya que más al Oeste no había nada.

Nuevamente vamos a situar en el tiempo un acontecimiento fundamental para la ciudad, que no es otro que la llegada de estos fenicios, más concretamente “tirios”. Para ello vamos a tomar como referencia la fundación de Cádiz, hasta ahora considerada la ciudad más antigua de Europa Occidental. A ésta, el historiador romano Marco Veleyo Patérculo la sitúa en el año 1104 a.C. (dice 80 años después de la Guerra de Troya), fecha poco probable examinando los hallazgos arqueológicos de la ciudad que no lo sitúan antes del siglo IX a.C., y recurriremos a Estrabón en su geografía de Iberia III, 5, sobre esta fundación, que entre otras cosas dice lo siguiente:

“…Tiempo después, los enviados avanzaron más allá del estrecho en torno a los 1500 estadios, hacia una isla consagrada a Heracles (¿los restos del templo romano de la isla Saltés?), situada junto a la ciudad de Onuba de Iberia, consideraron que las columnas (de Heracles) se hallaban allí e hicieron un sacrificio al dios; pero como de nuevo las víctimas no resultaron favorables, regresaron a casa…” y al siguiente intento fundaron Gades en su ubicación actual.

Como vemos, los fenicios antes de fundar Gades venían «dando vueltas» y comerciando por la zona, y este comercio hizo que mereciese la pena fundar una ciudad donde gestionarlo.

Su llegada a nuestra ciudad fue fundamental. Rápidamente se dieron cuenta de la riqueza mineral de la zona y no tardaron en contactar con indígenas, iniciando un comercio que se convirtió en muy productivo para ambas partes. Pronto comenzó a verse los beneficios para esos nativos que por comodidad comenzaré a llamar Tartessos.

A los sistemas de tratamiento de los minerales -que ya usaban-, se unieron otros que enseñaron los fenicios y que ya hacía un tiempo que se venían utilizando en el Mediterráneo oriental y que mejoraría sustancialmente la producción, como por ejemplo, la copelación para la extracción de la plata, llegando a producir grandes cantidades de este metal, que daría fama a la ciudad en todo el Mediterráneo, llegando a dar nombre a un teórico rey, Argantonio, cuyo prefijo hace referencia a la gran cantidad de este metal.

La cultura de los Tartessos pronto comenzó a impregnarse de la fenicia. Joyas, utensilios, religión…, todo comenzó a tener un aspecto de Mediterráneo oriental. Esta intensa relación de dos siglos daría paso, muy posiblemente, a un mestizaje de culturas y personas que a su vez daría paso al Tartessos más conocido, ese que durante siglos ha alimentado la imaginación de numerosos escritores.

Como resto de esa relación, podemos ver en la ciudad el muro fenicio del cabezo de San Pedro, que aunque en terrenos privados (en vías de expropiación según creo), suelen surgir ocasiones en la que poder visitarlo. Quizás gracias a esta circunstancia y a la preocupación del propietario del terreno, que hizo una pequeña construcción que lo protege, se encuentra en bastante buen estado. Este muro hasta ahora se consideraba que se trataba de un muro de contención, pero en los últimos tiempos cada vez son más las voces que lo ponen en duda, considerando que pudiera tratarse de un muro con carácter defensivo. Particularidades, como que carezca de zanja de cimentación, parecen avalar esta teoría. Pero volveremos a este cabezo más adelante.

Según el profesor Juan Pedro Garrido Roiz (cuyas ideas usaré en adelante), el producto del mestizaje tartesso-fenicio fue lo que más adelante se encontraron los primeros griegos que llegaron a la zona, que a la vista de la ya mencionada riqueza en metales eligieron el nombre para denominarla, Tartessos, que, sin profundizar mucho en su etimología, viene a significar “lugar de los metales”. Interesa identificar el origen de esos griegos, al igual que hicimos con los Tirios, ya que será de interés al final del artículo, y que no era otro que las ciudades griegas de Focea y Samos. Esta última ciudad fue también origen del que dicen que fue el primer griego que cruzó el estrecho, Kolaios de Samos que entabló amistad con el rey tartesio Argantonio, origen de las leyendas que le siguieron.

Este hecho ya fue el despegue definitivo. El inicio del comercio con el mundo griego hizo entrar definitivamente a nuestra ciudad en la historia, y digo nuestra ciudad porque considero que se trata de la renombrada ciudad de Tartessos, basándome en los hechos que ya menciono en el artículo al respecto que publiqué en este blog, además de la entidad, calidad y cantidad de restos arqueológicos hallados, y no igualados por ningún otro yacimiento de la época. Como dice el profesor Garrido “en la Joya se encontraron más bronces que en Cartago”, y él lo sabe mejor que nadie, ya que fue quien realizó la excavación. Además, hablar de la relación greco-tartesia, es hablar de metales, y los metales de Tartessos estaban en Huelva.

Pero el mundo griego en Huelva, cada vez da más sorpresas y lo que en principio parecía un asentamiento comercial, los hallazgos arqueológicos dejan ver la existencia de una colonia griega en nuestra ciudad, que pudiera tratarse de Olbia (nuevamente cito al profesor Garrido).

Para ello no hay más que fijarse en la cantidad de restos griegos que salen en los últimos hallazgos, vislumbrándose la situación de la misma en las calles Concepción, Puerto y Méndez Núñez, donde se han hallado gran cantidad de cerámicas, muchas de ellas de gran calidad, las últimas en Concepción, nº 3. Además, para reforzar la teoría de la ciudad griega, entre otros, se han hallado restos de culto a una diosa griega muy particular, Hestia, que suele identificarse con la Vesta romana, aunque a ésta se le había dado alguna atribución más. Para quienes no la conozcan, diré que se trata de una diosa de culto muy extendido en Grecia, que según la mitología es hermana de Zeus, Poseidón, Hades, Demeter y Hera, y formaba parte del panteón olímpico, hasta que -según algunos autores-, cedió el lugar a Dionisos. Pero esta diosa tenía una particularidad, era la única que no aparecía interviniendo en ningún mito griego y tiene su explicación. A muchos dioses se le rendían culto para viajar, comerciar, guerrear, explorar, etc., pero a Hestia sólo se le rendía culto en el hogar, única y exclusivamente (se le representaba con el fuego del hogar), lo que deja ver la existencia de que muchos griegos tenían su hogar en la calle Puerto, por ejemplo.

Todas estas circunstancias llevaron a la ciudad a su máximo esplendor, alcanzando una dimensión mayor que la Huelva de principios del siglo XX.

Estos foceos y samios, prácticamente monopolizan el comercio de Tartessos, hasta que éstos entre los años 540 y 535 a.C., sufrieron una estrepitosa derrota marítima en la batalla de Alalia contra cartagineses y etruscos, destruyendo gran parte de su flota, desapareciendo el comercio con los tartesios, y en definitiva, provocando la disipación de esta civilización como tal, ya que los cartagineses tenían orientado su comercio hacia otros lugares (esta es la hipótesis más probable de la desaparición del mundo tartesio). Esto daría paso los turdetanos, considerados herederos de los Tartessos, pero la huella permanecería, y signo de ello es lo que dice Estrabón sobre estos turdetanos: “…Los turdetanos están considerados como los más cultos de todos los iberos. Conocen la escritura y poseen, incluso, testimonios de su antiguo pasado: crónicas históricas, poemas y leyes en verso, que dicen ser de una antigüedad de seis mil años…” lo que deja ver lo evolucionada que estaba la civilización anterior a estos iberos.

Pero es interesante volver a hablar del Cabezo de San Pedro, como ya indiqué antes, ya que el Profesor Garrido Roiz defiende una interesante teoría, que no tiene nada de descabellada. Este cabezo reúne todas las condiciones para que en él se encontrase una acrópolis que dominase la ciudad tartesia. En su dominante posición albergaría los centros de poder y religiosos, que normalmente se van sustituyendo, con el paso del tiempo, con nuevas edificaciones con el mismo carácter, como por ejemplo el Castillo de los duques de Medina-Sidonia junto a la iglesia de San Pedro.

Pero como siempre, en estos casos sólo hay una forma de averiguarlo, y no es otra que excavando. Quizás sería una buena oportunidad, hacerlo cuando esos terrenos vuelvan a ser propiedad de la ciudad en lo que presumiblemente resultase un estudio muy fructífero, que quizás vuelva a rescribir la historia de la ciudad y de Europa Occidental. Mas como es habitual, dudo mucho que la administración local tenga interés en un estudio realmente serio del lugar, y mucho menos profundizando en los distintos estratos del subsuelo (que son muchos en Huelva) y quedándose, como siempre, en la primera piedra que se encuentren. Además, parecen más interesados, no sé con qué justificación, en la reconstrucción del castillo, cuando, quizás bajo tierra se encuentren restos suficientes para una posible utilización turística del lugar.

Esta idea podría trasladarse a otros lugares de la ciudad, como por ejemplo, la plaza situada en la unión de las calles Méndez Núñez y Puerto, considerada una reserva arqueológica, ya que nunca se ha construido nada en ese lugar, por lo que los restos, que a buen seguro se encuentran bajo ella, estarán intactos para su estudio, y deben ser numerosos e importantes a tenor del lugar en que se encuentra. Pero como siempre, parece destinado a ser una eterna reserva arqueológica, y encima le colocan unos jardines encima que hay que regar con la consiguiente filtración del agua, dañando posiblemente estos restos. En definitiva, sería de agradecer el profundizar más en los lugares donde se encuentran restos arqueológicos y dejar de poner excusas para no seguir excavando (esto también lo opina el profesor Garrido Roiz), que a buen seguro daría grandes sorpresas sobre la antigua ciudad de Tartessos y su repercusión. Recordar que, por ejemplo, del muro fenicio sólo hay descubierto unos 6 m. y en la necrópolis de la Joya aún hay tumbas por descubrir.

Neoptolemo.

Fuentes:

– Geografía de Iberia. Estrabón.

– Revista Historia de Nacional Geographic nº 50.

– Apuntes de las XII Jornadas de Arqueología y Territorio de Aljaraque.

www.huelvainformacion.es

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Huelva, encanto y desencanto

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en domingo, 19 abril 2009

Estimados lectores, la siguiente carta se muestra tal cual fue mandada a un periódico local (del cual no obtuve respuesta) entre finales de enero y principios de febrero aproximadamente, por lo cual parte de su contenido queda un poco desfasado. No obstante, antes de puntualizar algunos de sus comentarios con la intención de actualizarlos, me parece oportuno que la lean tal y como fue redactada, conservando así la primera impresión que un tuerto en un país de ciegos se pudiera haber llevado.

Por otro lado, espero sepan disculparme, si puedo parecer reiterativo (algo que no me gustaría) ya que algunas líneas les sonarán al haber aludido con anterioridad a ellas, pero, tras comunicárseme su inminente publicación (les recuerdo que formaba parte del anterior artículo) creí conveniente esta aclaración.

Gracias por anticipado.

Huelva, encanto y desencanto

Lo primero que pensé cuando llegué a Huelva hace unos meses fue “vaya, no está tan mal” Acostumbrado a vivir en ciudades más o menos grandes y monumentales (por mi trabajo) estaba preocupado con este último destino, pues entre las capitales andaluzas no es de las más afamadas, contaminación aparte. Aunque conocía Huelva por estar de paso, me sorprendí gratamente de un cierto cambio hacia un incipiente cosmopolitismo urbanita, barrios nuevos y modernos, plazas y avenidas aparentemente cuidadas, amén de las virtudes ya conocidas de la provincia (gastronomía, naturaleza, etc.).

Cuando, a finales de septiembre, fui a alquilar mi apartamento en la calle Puerto, lo primero que hice, al verla completamente destripada, fue preguntar a un operario cuando acabarían las obras, y volví a sorprenderme “en una semana”. Que diligencia, pensé, mientras veía día y noche cantidad de gente esmerándose en concluir.

Luego tras pasear durante días e insuflarme de la idiosincrasia de la ciudad empecé a convencerme de que, a pesar de no ser especialmente rica en su patrimonio histórico-artístico tenía cierto atractivo: el legado inglés y minero, su situación entre rías y marismas, algún que otro edificio curioso… Pero bastó con que pasaran un par de semanas para desmontar toda ilusión, y me explico: La competencia y esmero en reabrir la calle Puerto, espoleada claro está por las numerosas críticas a su retraso, se mostró como algo excepcional dada la dejadez de los meses posteriores, en los que las obras que debían continuar en el acerado brillaban por su ausencia. Las vallas en las aceras, la plaza del Mora Claros cerrada como depósito de escombros y máquinas, y el eterno e incomprensible andamio de la UGT (¿alguien podría informarme cual es su función además de estorbar y afear?) como parte tristemente integrante de uno de los pocos núcleos arquitectónicos interesantes del centro de Huelva, eran, desgraciadamente, lo único que permanecía y permanece en esta pequeña y céntrica calle que, sin embargo, se asemeja más bien a una Castellana o Alcalá por el tiempo que lleva y llevará en acabar su intervención, dada la intermitencia de los trabajos.

Por otro lado, no puedo ocultar mi decepción y disgusto cuando paseo y observo atentamente el espacio en el que me muevo, algo que me gusta hacer, ya sea por deformación profesional o auténtico placer, y encuentro verdaderos atentados contra la cultura y el pasado de este pueblo. Y digo esto porque, a pesar de todo, aún quedan rincones y calles trufados de bellísimas edificaciones que pasan desapercibidas entre desafortunadas construcciones (algunas bastante recientes) que intentan sobrevivir a la ruina resignadas a que alguna constructora las haga desaparecer o, en el mejor de los casos, las rehabilite transformándolas en un pastiche al que, sin ningún tipo de escrúpulos ni impedimentos, se le añade un piso destrozando cualquier posibilidad de salvación. Ustedes son onubenses, y a mí estas aberraciones me duelen como si lo fuera, por lo que, si bien se puede comprender que, en una época en que el respeto al patrimonio era algo gratuito e inconveniente, se mutilaran edificios modernistas y clasicistas para abrir en sus bajos nefastos escaparates y se prolongaran sus hermosas fachadas con abominables áticos funcionales (algo muy arraigado en la ciudad y cuyo mayor paradigma esta en el hotel Paris), lo que no puedo llegar a entender es que hoy, en pleno siglo XXI, se sigan cometiendo semejantes barbaridades, con el negligente beneplácito público y la apatía de unos ciudadanos tan agradables en su trato como indiferentes con su cultura; y para comprenderlo paséense por la calle Alonso Barbas adyacente a San Pedro, por citar un ejemplo de lo que, aún hoy, se sigue permitiendo.

A toda esta masacre patrimonial habría que añadir una increíble desidia en las obras públicas ya que, tras leer en varios periódicos locales como a las autoridades competentes se les llena la boca alardeando de las subvenciones conseguidas para inversiones públicas y adecentamiento urbano (véanse las numerosas opciones barajadas para peatonalizar la Gran Vía) las obras de la plaza Doce de Octubre, corazón de la ciudad, lleva meses congelada, con sus vallas interceptando el paso y el tráfico, desluciendo cualquier perspectiva urbana, impidiendo el uso y disfrute de los ciudadanos y dejando que los materiales que no se han llegado a utilizar (losas, pavimentos, bancos, etc..) se marchiten hacinados a la intemperie entre temporales de frío y lluvia.

Sinceramente, tengo ganas de acabar mi trabajo e irme. Dicen que ojos que no ven corazón que no siente, que quien ignora no sufre, y que del arte, la cultura y la estética no se come. Quizás tengan razón y la sensibilidad solo sea un lastre, pero seguramente sin ella ustedes no tendrían la oportunidad de conocer ciudades como Florencia, París, Barcelona y un largo etcétera… y, sobretodo, dejarse el dinero en ellas.

E. D. Carrillo

Posdata: A 7 de Abril de 2009, puedo y debo matizar ciertas cosas.

La primera que, tras ocho meses (sin contar el tiempo anterior a mi llegada) presenciando, al entrar y salir de mi casa en la calle Puerto, el perenne y estéril andamio en la fachada de la UGT, andamio doblemente inexplicable ya que, aparte de no tener más uso que tapar un interesante palacete costumbrista, afear la calle y estorbar a los transeúntes (pues durante el tiempo que llevo aquí jamás vi a nadie en él) estos aparatajes pertenecen a empresas que los alquilan por días (prefiero no saber quien habrá subvencionado tanto gasto inútil), pues por fin, antes de partir unos días por Pascua, vi que lo estaban desmontando. Cuantas veces me habrá escuchado mi pobre pareja blasfemar al respecto, al menos podré disfrutar un poco de su vista antes de marcharme.

Por otro lado, las interminables obras de la calle Puerto parece que han llegado a su fin, no obstante, debo apuntar algo que tiene relación con ambas cosas. Cuando empezaron a abrir el acerado la primera vez pensé: bien, finalmente tendrán que acordarse de desmontar el dichoso andamio de marras, pues, tanto para trabajar en lo que debieran hacer, así como cambiar el enlosado, sería inevitable tal operación. A medida que avanzaban en los trabajos veía, con incredulidad, como se abría toda la acera excepto el tramo comprendido por él, y cuando un día, incapaz de contener mi asombro, le pregunto a un operario por su posible y lógico desmonte la contestación fue tan diáfana como significativa: “a nosotros nos han dicho que de aquí a aquí (señalando la envergadura de la instalación) como si no existiera”. De modo que ahora, recién acabadas las “faraónicas” obras de una calle con apenas cincuenta metros, la renovada vía goza de un flamante y moderno acerado (más lo que haya por dentro) salvo, claro está, la parte que no existe, un parche de unos siete u ocho metros que, como una cata arqueológica, recordará siempre el preciado tesoro de una acera, si bien vieja, maltrecha, parcheada y sucia, convertida ahora en vestigio histórico a falta de mejores ejemplares.

Puede que las casas modernistas, costumbristas, racionalistas y, en definitiva, históricas de la ciudad no merezcan conservarse, la verdad es que ya no se adecuan a ninguna unidad estilística u homogénea (puesto que se las han cargado casi todas) por lo que, como con acierto fonético ha bautizado un colaborador, son los mondongos los únicos que unifican, pero, desde luego, no se le puede reprochar al Ayuntamiento su sensibilidad para con un andamio que, ya puestos, podría haberse adoptado como una nueva torre Eiffel, un Guggenheim o la pirámide del Louvre (a falta de otros monumentos..) en vez de retirarse poco después, y, sobretodo, su delicadeza por dejar ese testigo visual de los diferentes estratos “aceriles” para que todo viandante pueda pararse a reflexionar, cuando se percate del cambio, sobre los diferentes gustos históricos de las aceras urbanas a lo largo de las décadas.

Por otro lado, el resto de mi artículo sigue, por desgracia, en plena vigencia. Despropósitos y aberraciones arquitectónicas y patrimoniales aparte, lo más alucinante sigue siendo la plaza Doce de Octubre. Supongo que no tendré la misma suerte que con el andamio de la UGT. No he visto un solo movimiento cuando llegué y no lo veré cuando me marche, espero que sus onubenses hijos puedan verla acabada. Aunque, si la idea es dejarla tal cual como si de una moderna y vanguardista “instalación” se tratara, no se puede negar que “original” sería, además, al fin y al cabo, ya está pintarrajeada de grafitis como bautizo monumental…, se ve que ni los burracos (otro apropiado invento fonético que he leído) han podido resistir la impaciencia.

Atentamente.

Carrillo.

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La Casa de Los Trianes

Posted by www.LaHuelvaCateta.es en domingo, 12 abril 2009

La calle Puerto fue durante siglos uno de los lugares preferidos por los onubenses adinerados para construir sus casonas. La antigua calle Puerto era una zona intermedia entre el barrio Alto de San Pedro, donde se encontraban los centros adinistrativos y de poder, y el barrio portuario y comercial de la Concepción. Esta fue la zona elegida por la familia Trianes para construir su casa-palacio.

casa-de-los-trianesCasa-palacio de Los Trianes, calle Puerto. Foto: Huelva, Ayer y Hoy nº 55.

Los Trianes, como ya dijimos en el anterior artículo, eran una familia procedente de Ayamonte cuyos miembros se dedicaron al comercio e incluso ocuparon cargos administrativos como el de alcaides del castillo de Huelva. En el siglo XVIII construyeron un caserón en la calle Puerto. Esta era una casa típica de una familia de importancia en la Huelva del siglo XVIII. Dos pisos de altura, portada con balconada y un patio de columnas construido con un pozo central y a cuyo alrededor se distribuían las dependencias de la vivienda.

patio-de-los-trianesPatio de la casa-palacio de Los Trianes. Foto: Huelva, Ayer y Hoy nº 55.

Con el paso de los siglos la casa fue ocupada por un cuartel de la Guardia Civil hasta su derribo definitivo. En su lugar se construyó el «mondonguístico» edificio de la Telefónica, y con ella desapareció una vez más un trozo de la Historia de la ciudad.

edificio-telefonicaEdificio de Telefónica en la calle Puerto. Foto: Sr. Rubio

Northman.

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