Entre la calle Fray Junípero Serra y la Avda. Manuel Siurot se encontraba este hermoso chalet también llamado de El Sordo o Villa Conchita.
Se trataba de un edificio principalmente regionalista con algunos elementos reflejo de la arquitectura inglesa, como la galería del porche y cuerpo volado de la fachada. El chalet contaba con cocina, comedor, aulas de estudio, zona de juego y entretenimiento, 3 amplios dormitorios con 18 literas cada uno, enfermería, pista de tenis y servicios.
El edificio era propiedad de García Morales, a cuya muerte fue alquilado a su viuda por 900 pesetas mensuales. En principio fue usado como internado para niños huérfanos y pobres, y se le conoció como «El internado del Frente de Juventudes» hasta su cierre por falta de recursos hacia 1945. Tras unas reformas inició su historia como Colegio Menor en 1951, siendo el primero de España y prolongando su actividad hasta 1960, año tras el cual esta actividad pasaría a desarrollarse en lo que hoy conocemos como el Albergue Juvenil, en la calle Marchena Colombo. Al cesar su uso, el chalet fue dejado a su abandono hasta que fue derribado a principios de los 80 por un estado de visible ruina.

Lo único que queda es la entrada, situada en el Museo al aire libre.
Se trató del primer Colegio Menor de España y la experiencia que aportó influyó decisivamente en la reforma de las Enseñanzas Medias por parte del ministro Ruiz Giménez así como un afán del Frente de Juventudes por construir Colegios Menores y Residencias Juveniles, base de lo que hoy se conoce como la Red Juvenil de Albergues. Su impulsor sería Antonio Andrés Díaz, inspector provincial de Juventudes, quien tras madurar la idea en su Almería natal fue mandado a Huelva a realizar un informe en Octubre de 1949 sobre las polémicas gestiones de la Delegación Provincial. El resultado fue la destitución del entonces delegado y su sustitución por el propio Andrés, lo cual le hizo permanecer durante 3 años en Huelva. Durante este tiempo encontró el apoyo necesario para llevar a cabo su idea, por lo que el chalet de «El Sordo» fue reformado y así el Colegio Menor pudo abrir sus puertas. Sus objetivos principales consistían en: alojar a estudiantes desplazados, acoger a estudiantes capacitados con necesidad de becas, e internar a estudiantes para completar su formación.
Al acercarnos a la historia de tan singular edificio, pura representación de la dejadez onubense, cabe alzar la vista y observar lo que hemos perdido. Todos sabemos la urbanización que hay ahora ahí arriba. Por por mucho que digan o callen, Huelva era más que la Plaza de las Monjas. Muchas otras zonas son abarcables a esto, pero en el caso que nos toca, desde el «centro» hasta la Merced, y arriba hasta el mismo Conquero la ciudad podría ser un hermoso casco histórico. La mal llamada Plaza de Ivonne Cazenave bien podría ser tal cosa, y estar rodeada de un auténtico paisaje urbano digno de ser objeto del paseo de onubenses y turistas. En este sentido, edificios como El Colegio Molière (antiguo hospital inglés), el instituto Rábida, la tristemente reformada Clínica de los Naranjos o el Pérez Carasa que hoy sobrevive, merecen un futuro artículo aparte para conocer un poco mejor su historia. Pero para no salirnos del tema, por lo pronto, nos quedamos aquí.
D8ni.
Fuentes:
Archivo histórico provincial de Huelva.
Google Maps.