Como ya se anunció en este blog, entre el 14 y 17 de diciembre de 2011, se celebró en la Universidad de Huelva el I Congreso Internacional Tarteso; El emporio del metal, algo tan esperado como necesario para reunir todos los conocimientos sobre esta civilización, y aunque ha pasado un poco de tiempo voy a intentar resumir lo mucho que allí se trató y las informaciones y opiniones más interesantes, prestando más atención a las más nuevas o menos conocidas.
Este congreso, que surgió de la iniciativa del ex ministro Manuel Pimentel, el cual se lo propuso a la Universidad de Huelva, como lugar más indicado a tenor de la importancia de nuestra ciudad en todo lo relacionado con este asunto, no trataba de situar a la legendaria ciudad de Tarteso, tampoco de seguir tradiciones populares al respecto, trató de sacar del abandono en el que siempre se ha encontrado lo relacionado con esta civilización en nuestro país y que no se hubiese producido en ningún otro país europeo, con la intención de que todos los participantes en el congreso firmasen un manifiesto donde recoger los puntos incuestionables y en los que todos estuviesen de acuerdo.
Este manifiesto puede verse en el siguiente enlace:
Inauguración oficial del congreso
No obstante, el principal foco de fricción entre los participantes, que llegó a provocar aireadas e interesantes discusiones, se produjo al tratar el tema de si se puede considerar Tartesos lo anterior a la llegada de los fenicios. Para ello, los autodenominados hipercríticos se basaban en dos circunstancias para negarlo, el hecho de la ausencia de referencias étnicas en los textos de los autores clásicos que hablan de Tartesos y en que antes de la llegada fenicia, el rastro arqueológico es intermitente, dejando periodos de tiempo sin cubrir.
Este grupo era el más reducido, de hecho sólo dos de los participantes reconocieron formar parte de él, aunque con perspectiva positiva según dijeron, y esas dos circunstancias citadas se rebatieron de forma bastante adecuada con argumentos como la poca fiabilidad de los textos clásicos, de los que habría que distinguir entre los romanos y griegos, siendo estos últimos más antiguos (600-500 a.C.) y útiles, si bien más escasos, ya que los primeros se producen en un contexto helenístico, que ejerce demasiada influencia en su narración y suelen hacer referencia al mundo turdetano, además de estar más alejados en el tiempo. También, se incluyó la posibilidad de que los autores griegos integrasen Tartesos dentro de una etnos ibérica, a la que sí citan. Igualmente, cabe destacar que, por ejemplo, Heródoto habla de Tartesos y no de fenicios, pese a que conocía a estos últimos perfectamente.
De ellos y de todas las fuentes que citan esta cultura, trató la primera conferencia, comenzando por el mito griego de Gerión, hasta el leve intento de usar esta cultura para dignificar y dotar los origines nacionales de España y Andalucía más tarde, de cierta dignidad histórica, en un intento de separarlo del rastro islámico, circunstancias éstas que no llegaron a cuajar mucho, produciendo el abandono antes citado.
En cuanto a los restos arqueológicos, se dejó patente que no había tantos espacios temporales en su rastro además de las conocidas dificultades que tiene el estudio de esta época, como por ejemplo en Huelva que estaría situada sobre cualquier evidencia de este tipo y que cada cierto tiempo sorprende con una nueva aparición. Además, resulta evidente pensar, que cuando llegaron esos primeros fenicios, lo hicieron para comerciar con alguien y con conocimiento de los materiales existentes. Igualmente, se ha constatado, que antes de la llegada fenicia se produjo un incremento de la población y de las relaciones comerciales con el exterior en la zona, junto con otras circunstancias que veremos más adelante. Pese a esas dificultades para su estudio, es la civilización protohistorica de la que se tiene más información.
Lo que sí quedó meridianamente claro es la necesidad de dedicar mucha más atención a la arqueología que a la literatura para su estudio, ajustando las teorías a los hallazgos y no al revés, quedando reducido en un dicho que, al parecer, suele repetirse en este ambiente: “MENOS AVIENO Y MÁS PICAR EL TERRENO”, cosa difícil de llevar a cabo ante las dificultades y poco interés de la Administración.
El siguiente apartado que más complicaciones da para su estudio, es el separar lo tartesio de lo fenicio, que si bien, quedó descartada la equiparación de ambas culturas, es bien conocida su hibridación, yuxtaposición o como queramos llamarlo, por lo que habría que empezar por aceptar esa situación, así como que la ambigüedad forma parte de ella, ya que esto también sucedió en otros lugares, como Grecia durante su llamado periodo oscuro, donde también existió interacción fenicia y nadie pone en duda la cultura posterior, sin duda ayudado por una narrativa propia, que en el caso tartesio no existió. En definitiva, aceptar que esa mezcla forma parte de la creación cultural.
Para ello, se intenta situar los primeros contactos, que como con todo lo relacionado con Tartesos, la arqueología va dando nuevas fechas continuamente, y éstos resultan que tuvieron lugar antes de la fundación de Gadir, y aquí vuelve a aparecer Huelva, donde se han encontrado los restos fenicios más antiguos de Europa occidental (hallazgos de la Plaza de las Monjas) y que alguno se atrevió a identificar esta ciudad con la Tharsis bíblica. Aún así, esos primeros contactos no deberían ser anteriores al 800 a.C. al ser ésta la fecha de la fundación de Cartago, que implicaría la expansión del comercio fenicio hacia el occidente.
Pero importante era tratar de situar territorialmente a Tartesos y fue el primer tema tratado en profundidad. Para ello, quedó claro que había que hacer dos distinciones territoriales. De la primera la formaría el área nuclear de esta civilización, que quedaría encuadrada en las provincias de Huelva, Sevilla y parte Córdoba y Cádiz.
Más problemático es situar la otra zona, que formaría un área periférica con influencia tartesia. Estas dificultades estarían ocasionadas en primer lugar al delimitarla a través del rastro arqueológico, ya que da dos resultados diferentes según se use para ello la localización de estelas o de cerámicas de retícula bruñida. Además, en esta zona, cada vez se hace más difícil diferenciar lo tartesio de lo fenicio, constatándose, que en muchos casos, el proceso colonizador no se dio de sur a norte, que lo dotaría de un carácter tartesio, sino que se produjo desde Portugal al interior, que lo convierte en más fenicio, a tenor de ciertos análisis de Carbono 14. Aún así, este área de influencia tartesia llegaría hasta el Tajo y hasta Murcia y se produjo en los últimos siglos, posiblemente en busca de otros recursos mineros como el estaño.
Así mismo, la tartéside, parece que estaría dividida en varias ciudades independientes, cada una con su rey-jefe (tipo ciudad-estado), donde Argantonio, en su momento, pudo ser el más poderoso. De ellas formaría parte Huelva, que habría sido un importante centro indígena y el único realmente rico en metales.
En todo este contexto, Huelva, donde ya existía comercio anterior, se convertiría en el centro de distribución en el Mediterráneo de los productos locales, viéndose éste favorecido por las formas fenicias. Con esto se situaría Tartesos como parte del mundo panmediterraneo, identificado por autores clásicos como una charca donde beben ranas a su alrededor.
Otros detalles importantes que se trataron fueron la existencia de productos y tecnologías anteriores a los fenicios, lo que llevaría a apoyar aún más la idea de un Tartesos prefenicio. Como ejemplo se nombró el hecho de que pruebas de ADN (firmadas por más de 30 especialistas a nivel mundial) sitúan la aparición de la vid y el olivo en dos focos distintos, uno de ellos Anatolia y, sí, como seguramente pensaréis, el otro es el suroeste peninsular, con lo que resulta que ya se cultivaban en esta zona antes de los primeros contactos con el mundo del Mediterráneo Oriental.
Una de las mesas temáticas
Igualmente ocurre con la tecnología para la extracción de la plata, ya que se han encontrado escorias con restos de cobre y plomo, lo que descarta la acción fenicia, ya que la copelación, usada por éstos, sólo dejaría restos de plomo. Esta circunstancia es producto de la extracción de plata del cobre, que sólo se dio en España. Igualmente, relacionado con esto, también se han encontrado técnicas mineras distintas a las fenicias, como la aparición de hornos de vasijas, anteriores a los hornos de sangrado fenicios.
También, se trató la religión, de la que hay pocas referencias anteriores a la llegada fenicia, lo que pudo deberse a la integración de ésta en la sociedad, sin el uso de templos. No obstante, pueden encontrarse referencias a ella en las estelas funerarias que hacen referencia a algún mito con los grabados de dioses, guerreros o reyes divinizados. Igualmente existe una sincronía del mundo precolonial con ritos mediterráneos. Así mismo, el hundimiento de armas en el agua no es de costumbre fenicia, como las armas halladas en el Odiel, y se hizo en este río y no en el Tinto por el “carácter” demoníaco de sus rojas aguas. A todo esto habría que unir una posible divinización del monarca.
Todo sería así hasta la llegada de los templos fenicios, lo que no excluye de la continuidad de los ritos indígenas y que llevaría a un uso conjunto de estos lugares, los cuales, se ha visto últimamente, que muy posiblemente además de uso religioso, tendría otros muy distintos como por ejemplo el de mercado. A todo ello, también habría que unir una interacción con la religión que traerían los griegos y que llevaría a la construcción de sus propios templos, como a los que correspondería los restos hallados en la calle Méndez Núñez.
No se descubrió nada nuevo sobre las causas de la desaparición de Tartesos. Se dieron posibles causas, como por problemas fenicios, con cambio de rey incluido, que podría haber influido en su comercio, la aparición de minas de plata en Grecia y alguna otra. Además, se intentó descartar la acción de Cartago, ya que fue muy posteriormente cuando éstos delimitaron sus áreas de comercio e influencia.
Con todo, la cultura tartesia se situaría temporalmente, entre finales del II milenio y 550 a.C., si bien, algún participante alargaría este periodo hasta el S. III a.C. que es cuando se empieza a hacer referencia a los turdetanos.
Y hasta aquí este pequeño resumen de lo que allí se habló durante unas 25 horas. La mayoría de las afirmaciones fueron dichas por los participantes, que en el artículo he preferido no mencionar, ya que al ser tantos lo haría demasiado embrollado, no obstante, quien esté interesado sólo tiene que preguntarlo y miraré en los apuntes.
De todas esas horas de conferencias me quedo, a parte de la información, con el entusiasmo con que muchos de los participantes trataron el tema, lo que da pie a pensar que se seguirá haciendo con seriedad y rigor, pese a las dificultades.
Neoptolemo.-