Mucho se ha hablado en este blog de los políticos y de sus sueldos. Si justamente los hemos criticado, también me parece justo destacar una noticia que refleja lo que me parece una modélica actitud: El nuevo alcalde de Gibraleón ha sacado a pleno una reducción salarial de los miembros de la corporación, incluyendo la renuncia del alcalde a sueldo o retribución alguna por desarrollar su actividad como regidor del consistorio olontense.
En el primer pleno del mandato, la corporación municipal ha aprobado con los 8 votos a favor del Partido Popular, los 7 votos en contra del PSOE y las 2 abstenciones de IU, la bajada de sueldos y retribuciones a los miembros de la corporación municipal. Lo que supondrá un “ahorro de casi un 40% anual” según Gómez Cueli (PP). Las retribuciones recibidas por asistencia a las juntas de gobierno pasa de 4.000 a 400 euros al mes. En comisiones informativas o plenos también se ha reducido las retribuciones hasta en un 50%. La reducción del gasto será evidente, ya que sólo el alcalde cobraba 80.000 euros anuales.
Algunos podrán tachar esta decisión de demagógica, pero creo que al menos habría que darles la oportunidad de demostrar que aquello que es vox populi es falso: la sensación que transmiten de únicamente querer llegar a sus cargos para llenar sus bolsillos. Por fin se presta atención a una demanda de la ciudadanía, siendo una de las causas que se reivindicaba desde el movimiento 15-M.
A Domingo González (IU) la medida le ha parecido que se ha quedado corta y se han abstenido: “es un gran ejercicio de austeridad el que se pretende llevar a cabo, aunque podría ser aún más austero, ya que la participación en plenos y demás órganos colegiados está englobada en sus competencias y obligaciones como miembros de la corporación”.
El PSOE en cambio, votó en contra de dicha medida argumentando que «no se deben utilizar las retribuciones económicas de los concejales y concejalas como arma política, ya que los políticos han de estar para servir a la ciudadanía, y por tanto, es lógico que haya liberaciones y sueldos dignos ya que están disponibles las 24 horas del día«. Cierto es que la medida ha tenido que ser quizás demasiado drástica, pero el sueldo de un político jamás debe superar los 1.000 euros mensuales, lo justo para poder renunciar a su trabajo para dedicarse a la política. La vocación de un político ha de ser, como dice el ex alcalde Juan Serrato, la de servir al ciudadano, no a su bolsillo, obteniendo el único beneficio del prestigio social como en La República romana. Durante este periodo romano, el poder residía en el Senado (era el que asesoraba), estaba compuesto por los hombres más ancianos, y por ende, los más sabios de la ciudad, ocupando el cargo de por vida. Se realizaban Asambleas públicas en las que los ciudadanos podían intervenir y opinar en las decisiones políticas. Habían magistraturas, sin remuneración reelectas cada año. Estaban los Cónsules, Pretores, Censores, Tribunos,…Para ellos era un gran honor ser elegidos para desempeñar tareas que pudieran decidir sobre el futuro de Roma. Este sistema romano que parece tan obsoleto, es muy parecido al que aún se utiliza en entidades con órganos de gobierno como por ejemplo cualquier Hermandad o Cofradía, o cualquier comunidad de vecinos.
Muchos políticos deberían tomar ejemplo de la actitud del alcalde de Gibraleón, entre ellos sus compañeros de partido Rodri, Curro Moro, o como no, Petronila Guerrero y Mario Jiménez.
Fuentes de la noticia: http://huelva24.com, www.ideal.es