En el S. XIII, las ciudades estaban dominadas política y socialmente por los grandes mercaderes. De tal manera, a lo largo de toda la Edad Media, bien por medio del patriciado ciudadano en el marco urbano y comunal, bien mediante los grandes capitalistas en el marco estatal, los mercaderes-banqueros apuntalaron y coronaron su poderío económico con un poder político en el que se mezclaba la búsqueda del interés y del prestigio social.
Pero los mercaderes se vieron arrastrados por su oficio a realizar acciones condenadas por la Iglesia, operaciones ilícitas, la mayoría de las cuales entraron en la denominación de usura, condenada por la Iglesia. Por eso, los ricos mercaderes manifestaban sus sentimientos religiosos, sobre todo en el ocaso de sus vidas y en el momento de la muerte. Algunos inclusive abandonaban su oficio y sus riquezas y entraban en las Órdenes, retirándose a un convento para terminar allí sus días, cumpliendo de esta forma, una especie de penitencia final. Era el momento del arrepentimiento y de querer saldar los remordimientos, por eso muchos son los mercaderes que a lo largo de la historia han legado a la Iglesia su testamento.
Por otro lado, proteger a los artistas, comprarles las obras y encargarles trabajos en iglesias o edificios públicos era también una tradicional manifestación de riqueza y rango social. Sin embargo, a menudo, para los mercaderes no se trataba tanto de cumplir una función artística, como cumplir una función social mediante la beneficencia. En muchos casos, se trataba también de controlar medios muy poderosos de influencia sobre el pueblo, como por ejemplo, el control de la literatura para inspirar poemas escritos favorables a su persona. Del mismo modo, la pintura llevó la marca del mecenazgo de los mercaderes y banqueros. La encontramos en las iglesias, en las capillas donde celebraban sus ceremonias privadas y se hacían enterrar las grandes familias del comercio y de la banca, capillas cuyos muros hacían adornar con frescos, como por ejemplo la de los Pazzi en Santa María Novella, Florencia, en la que aparecen los frescos de La Trinidad, pintados por Massacio.
La Trinidad de Masaccio. Iglesia de Santa María Novella. Florencia. Imagen: www.gabitogrupos.com
Los sentimientos piadosos y el gusto por el prestigio llevaron por igual al mercader a hacerse representar en los cuadros. El mercader compartía con el noble y el clero de alto rango, el deseo de aparecer bajo los rasgos de donante y hacerse inmortalizar en él. Una obra representativa de lo dicho es el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, del pintor flamenco Jan Van Eyckp.
Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa. Imagen: http://es.wikipedia.org
Pero es en el marco urbano donde debemos ubicar al mecenazgo de los hombres de negocio de la Edad Media. Los mercaderes-banqueros pensaban con frecuencia en su ciudad, estando en la primera línea de sus preocupaciones y de sus afectos. Aunque, por supuesto, el “patriotismo urbano” del mercader era también interesado, ya que la ciudad era el centro y el fundamento de sus negocios y de su poder.
Con esta introducción, he querido poner de manifiesto las posibles similitudes entre la Época Medieval y la actual, y me explico:
Como sabéis, mañana domingo a las 12:00, se inaugurará el monumento dedicado a la Virgen de El Rocío que va ubicado en la plaza de El Punto.
Realizada en bronce patinado, la escena escultórica representa un momento de la procesión de la Blanca Paloma, el Lunes de Pentecostés, con la Reina de la Marisma llevada a hombros por 60 almonteños. La obra tiene unos 4,3 metros de altura, con 4,5 metros de fondo y tres metros de ancho, con un peso aproximado de 6.000 kilos. Este monumento tiene muchos detalles significativos, como las medallas de las hermandades de Huelva y Emigrantes.
Valorándolo desde un punto de vista meramente artístico, creo que es innegable su fuerza y calidad, verdaderamente va a ser toda una obra cumbre para su autor. Es impresionante el nivel de detalle que es capaz de transmitir a sus obras el genial escultor rocianero Elías Rodríguez Picón, también autor, entre otros, del monumento a Juan Ramón Jiménez y del recién estrenado a Cristobal Colón. Os recomiendo que echéis un vistazo a este vídeo, y os dejéis dar una vuelta con Elias alrededor del monumento para que entendáis el nivel de detalle y la complejidad en su elaboración:
Tanta obra de don Elías en nuestra capital me hizo visitar su web, www.eliasrodriguezpicon.com. Indagando por la misma, me sorprendió encontrar en la sección «monumentos» y en la de «galería personal», las fotografías que a continuación muestro, referidas al citado monumento a la Virgen.
Elías junto a los «almonteños» del Monumento a la Virgen del Rocío. Imagen: www.eliasrodriguezpicon.com
Representación de D. José Luis García Palacios en el Monumento a la Virgen del Rocío. Imagen: www.eliasrodriguezpicon.com
Elías moldeando la representación de D. José Luis García Palacios. Imagen: www.eliasrodriguezpicon.com
Cómo podéis apreciar bien a las claras, uno de los «almonteños» que portán a la Virgen es ni más ni menos que D. José Luis García Palacios, principal financiador del monumento y de todos los demás realizados por D. Elías para la ciudad de Huelva, todos ellos financiados y donados por la Caja Rural del Sur, a la sazón presidida por el Sr. García Palacios.
En definitiva, como «soy el que paga, quiero que me inmortalicen de cara a tós mis paisanos».
Así como aparece García Palacios, no sé si aparecerán retratados otros «insignes» financiadores o promotores del monumento. Quizá conozcáis otros rostros.
En fin, que después de haber pasado tantos siglos, la vida sigue igual.
Alfa-Delta.
Bibliografía:
Le Goff, Jacques: Mercaderes y banqueros de la Edad Media.