Seis días de Pasión es un título que podría perfectamente definir la meteorología de esta semana, en la que se están alcanzando las temperaturas máximas del año y así se prevé que sea durante casi todo lo que queda de semana. Sin ir más lejos, ayer lunes según MeteoHuelva.es llegamos en la capital a los 38,8º, aunque poblaciones como San Juan del Puerto o Valdelamusa no se quedaron atrás, con 39,7º y 36,7º respectivamente. No obstante, con Seis Días de Pasión no me refiero a las altas temperaturas de esta playera semana, sino que ese es el título con el que nuestro amigo y colaborador desde los orígenes de este blog, ha llamado a la carta que ha sido publicada y galardonada con un premio en la revista de divulgación científica de la AME (Asociación Meteorológica Española) de este último trimestre. Su autor no es otro que Daniel Zamora, cuyo nombre se ha convertido en uno de los más repetidos de la Semana Santa onubense de 2011, y es que fue la única persona con amplios conocimientos meteorológicos, que puso todo su tiempo, experiencia y aparatología meteorológica al servicio de las cofradías de Huelva. En definitiva, el único que se mojó.
Esto no es más que un pequeño homenaje a este amigo nuestro, republicando íntegramente en este blog que hacemos entre todos, la carta con la que ha sido premiado en dicha revista meteorológica:
Amanecía Domingo de Ramos. Me tocaba trabajar, pero era el único día de toda la semana en el cual no había ningún problema con la lluvia así que estaba tranquilo. Seguía preocupado por lo que podía pasar los siguientes días. Ya me están llamando las primeras hermandades.
Llegó el Lunes Santo. Mucha disparidad en los modelos, aunque congeniaban en que a partir de las 6 ó 7 de la tarde desaparecía por completo el riesgo de lluvia. Demasiado al filo de la navaja, pero podríamos tener suerte. Visito a la primera hermandad. Saco portátil y demás trastos, y observamos radares y satélites. Los hermanos nerviosos no paran de preguntar. Situación muy difícil con chubascos muy irregulares, la peor situación de todas. Demasiada inseguridad. La hermandad decide no salir. Lágrimas por doquier. Los modelos se cumplen: A partir de las 7 ni una gota. Sólo sale una hermandad este día. Empezamos mal.
El Martes Santo despierta con una lluvia constante que hace que los ánimos de los cofrades estén por los suelos. La mañana se convierte en estresante de miles de llamadas telefónicas de las cuatro hermandades que salen este día. Me voy con mis herramientas de trabajo a visitar la primera hermandad del día. La situación pinta mal, pero aún hay esperanzas. No deja de llover, aunque el radar era muy ilusionante. A la hora de salida diluviaba, pero era el último chubasco. Aún así se decide no echarse a la calle. Más lágrimas. El cielo se abre y deja de llover. Las otras hermandades sí que salen. Unas pequeñas gotas por la noche hacen saltar la alarma. Resultó ser una falsa alarma.
Miércoles Santo, día de muchas nubes, pero con nada de agua. Los modelos pronostican alta probabilidad de chubascos para la tarde, aunque el satélite no mostraba nada reseñable. Llega la tarde y se forma una tormenta al sur de Portugal. Lleva un movimiento muy lento, por no decir estático, aunque con dirección hacia Huelva. Vaya por Dios, nunca mejor dicho. Las tres hermandades se echan a la calle. Seguimos atentos a la tormenta que tiene ya unas tres horas de vida y apenas habrá avanzado unos cien kilómetros. Los fuertes vientos del sudeste la están frenando. A última hora de la tarde la tormenta toma un acelerón y va enfilada a la ciudad. Las hermandades son avisadas. Unas deciden darse la vuelta y otras seguir con el recorrido. Milagrósamente, la tormenta se deshace a las puertas de la ciudad. Nunca había visto cosa igual. La meteorología es así de caprichosa. Me llevo los primeros rapapolvos. Son merecidos.
Desde hacía días, se sabía que la jornada con más probabilidad de lluvia iba a ser el Jueves Santo y las previsiones se cumplieron. Todo el día con chubascos continuos hace que las decisiones de las hermandades sean más fáciles de tomar. Aún así, se apura hasta última hora. El radar no engañaba y nos esperaba horas y horas de chubascos. Nos quedamos sin ninguna hermandad en la calle. Vaya semana.
Llegaba el Viernes Santo. La cosa pinta algo mejor que el jueves, aunque seguimos con chubascos. Los modelos pintaban mejoría para la tarde. Las nubes son cada vez más estratificadas, pero seguían dejando buenos chaparrones. Las hermandades, nerviosas, no saben qué hacer. El radar mostraba bastantes chubascos muy pequeños e irregulares, pero que en cualquier momento podían descargar con fuerza. Otro día sin ninguna hermandad en la calle. Desde las ocho de la tarde no cae ni una gota. Porca miseria. Nuevamente, la meteorología se ríe en mi propia cara.
Peor semana, imposible.
Daniel Zamora Rubio